17 de noviembre, 2010

Medias sucias


Una tarde espectacular, cielo despejado, temperatura perfecta. Llegué a las siete y media, me senté en el banco verde del costado de la cancha, un sentimiento de paz y plenitud me hacía sentir optimista con como podía desarrollarse una nueva jornada basketbolera.

Cuando llegó el japonés me debería haber dado cuenta. Su andar, su sonrisa extraviada, su parecido diabólico con el chino Matayoshi, su extraño cuerpo, eran todos avisos, señales, que en cosa de minutos todo se iba a ir al carajo.

El japonés, se llamaba Daiki, solo le escuché dos palabras, “SI” y “CHICAS”. Cuando quería expresar algo más, al menos durante el partido, gemía, gritaba, emitía unos ruidos extrañísimos sin dejar de sonreír perversamente. Si consideraba que había falta gemía, si hacía un buen pase lo mismo, si era malo también. El ritual cambiaba si metía un punto, levantaba los dos pulgares, y empezaba un bailecito moviendo en forma pendular sus brazos hacia atrás y adelante con los puños cerrados. Todo esto tenía un destinatario, jenri, que lo arengaba desde el costado de la cancha.

El satánico japonés, lo tomó de punto a Javi, le mostraba la pelota, se la picaba de manera ofensiva delante de sus narices y en repetidas oportunidades a lo largo del partido lo burlo por lo bajó con este mismo gemido que en otras oportunidades era grito.

Según como yo lo veo Daiki nos embrujó, de uno en uno, a todos.

¿Por qué lo hizo?, no lo se, quizás estaba ofendido. Matías apenas llegó a la cancha y sin saludar al japonés, que por otro lado iba a formar parte de su equipo, se burló muy socarronamente de sus pantalones. Los orientales son muy estrictos con este tipo de cosas y tendría razón de haber sido esta la causa de su enojo.

¿Por que creo que estábamos embrujados?. Enumero unas pocas situaciones:

Mauro: Empezó el partido caliente. Particularmente molesto con sus rivales por “caminar”, una infracción, que si bien existe, nunca había sido motivo real de discusión entre nosotros. Indignado lo escuché decir “caminan, caminan y se hacen los boludos, caminan, caminan”
Cuando hicimos un parate del partido para que los ánimos que venían caldeadísimos bajaran un poco, nos dio la mano a todos los rivales y nos pidió perdón. A mi, mi Viejo me enseñó que quien pide perdón caliente, no pide perdón, pide permiso.

Javier: Uno de los más perjudicados por la magia oriental, después de una jugada insignificante, un pie, se sacó. Juro que tenía los ojos en blanco. Balbuceaba cosas indignado.
No es que no le pase seguido, tengo al menos cinco historias con el al respecto. Pero en este caso no me caben dudas del origen.

Jenri: Si bien Enrico es de por si una persona muy particular, diferencio su insoportable relato del partido y sus alientos para sus compañeros de equipo, con la frase monocorde tipo mantra que repetía cuando fuimos al descanso. Al menos seis veces dijo: “DEBEMOS SER PERMISIVOS CON LOS PIES Y RIGUROSOS CON LAS CAMINATAS” (Jenri no me dejés mentir)

Mati: Lo de Mati fue particular, creo que la magia nipona con el fue mucho más sutil y maliciosa, y me gustaría que sea el, llegado el caso, el que comparta con ustedes, si cree conveniente, que nos confesó a Mauro y a mi en las duchas. Matías burló al Japonés con sus prendas, por decirlo de alguna manera “femeninas”, se mofó de las calzas del ponja. Luego preso del influjo del oriental, abrió su corazón y nos hizo confesiones por demás oscuras sobre su vida personal al respecto. No puedo explayarme más por no romper la confidencialidad que otorga bañarse con otros hombres.

Mario: Cuatro cosas. Daiki lo hizo pelota. Uno: Lo convirtió en chivo expiatorio y fue perseguido y agraviado por los rivales durante todo el partido. Dos: En una jugada, y doy fe de que Mauro no lo golpeó, Mario se elevó en el aire, se pegó la pelota de basket contra la cara y cayó estrepitósamente al piso. Tres: Metió un doble épico, y Mauro que seguía en transe, gritó: CAMINOOOOO!, todo se fue a la mierda. Cuatro: Se saco las zapatillas, y en medias, puteando a Mauro se fue a duchar.
Un par de reflexiones, Mario tiene sangre china, los chinos y los japoneses se odian, Mario es castigado por Mauro por caminar, como protesta se saca los zapatos y se va. Pregunto, ¿qué se sacan los orientales cuando entran en sus hogares? ¡Correcto! ¡Los Zapatos!

Una cosa más ¿es posible qué cómo equipo hayamos abandonado, uno de los pocos partidos en el año que pudimos haber Ganado, sin pensar en brujería?

No se que pasará con el resto de nosotros, Nacho V tuvo la imprudencia de venir con sus hijos, Jorge estoy casi seguro que es inmune a este tipo de cosas. Victor es un alma pura.
Lo que me pueda pasar a mi solo Dios y Daiki lo saben.


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